El Beso y la maravillosa pseudorealidad del cine

EL BESO DE CINE (EN EL CINE)

Me declaro cinéfila empedernida, sin posibilidad de curación. Y es que, no se me ocurre mejor plan que una tarde en el sofá, la luces apagadas y una buena película sonando en la pantalla. Soy, y seré, de esos extraños seres que a día de hoy aún siguen pagando la entrada del cine para ver esa película que acaban de estrenar. O de las que se compran el DVD en edición especial, limitada, remasterizada…. (sí, esa que viene en una cajita de metal toda ella muy colorida, que más inútil no puede ser a decir verdad), por el simple postureo de poder mirar luego la estantería de tu casa y verla repleta de las grandes obras del cine.
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Los Simpsons, ya uno más de la familia
Y esta pasión por el cine, en mayor o menor medida la compartimos todos (o casi todos….. no me voy a arriesgar a enunciar el axioma «A todo hijo de vecino le apasiona el cine», porque en ese caso,  bajaría rápidamente mi vecino a contradecirme….. y es que en esta vida basta que digas algo, para que de un plumazo te demuestren lo equivocado que estabas). Bueno, que empiezo a divagar y me voy de tema al más puro estilo Woddy Allen.
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Manhattan es una película dirigida y protagonizada por Woody Allen
Si todos disfrutamos viendo una película de tal tema o tal otro tipo, es por un motivo tan simple como la búsqueda de la evasión a realidad en que nos vemos sumergidos. Nos permiten vivir aventuras desde la seguridad de nuestro santo sillón: podemos ser el más temerario de los agentes del Servicio Británico, la más enigmática de todas las Mujercitas, vivir un amor de vacaciones en Roma, comenzar tus patrullas como policía junto a Denzel Washington, o formarnos como magos en el colegio Hogwarts de Magia y Hechicería…..
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Training Day directed by Antoine Fuqua
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Winona Ryder como Josephine
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The first James Bond film: Dr. No, starring Sean Connery
El cine nos permite adquirir un montón de roles, tomar decisiones y formarnos ideales y marcarnos aspiraciones. Una de las características del ser humano, que nos define como tal desde el principio de los tiempos, es contarnos historias los unos a los otros. Historias que pasan de generación a generación, y que todas tienen como objetivo enseñar algo. Enseñar una idea, un valor…. a fin de mejorar nuestra sociedad. O lo que en ese momento se entienda que es mejorar nuestra sociedad (cosa que es increíble como cambia en el tiempo y desde la perspectiva que lo mires… nunca digas nunca, porque te sorprenderás a ti mismo diciendo mañana lo contrario) pero mejor, no entremos hoy en ese tema, porque eso sí que sería perderse por los Cerros de Úbeda.
Atardecer en los Cerros de Úbeda, municipio de la provincia de Jaén
El tema que quería retratar, remarcar, pincelar… hoy, es el daño que hace el cine. En concreto el daño que ha hecho, hace y hará con su típica escena de «EL BESO». Y es que, ¿quién nunca ha imaginado el momento de ese primer beso con esa persona como la mejor de las escenas de amor del cine?. Y en nuestras febriles elucubraciones, Audrey Hepburn y  George Peppard bajo la lluvia en Desayuno con Diamantes en comparación con nosotros, serían los amantes más insulsos de este universo. Existen numerosas películas con increíbles románticas y dulces escenas, empalagosas hasta decir basta, que proyectamos en nuestra persona.
Breakfast at Tiffany’s (film), the 1961 film adaptation of the novella, directed by Blake Edwards

 

Creo que la mejor forma de defender con capa y espada mi alegato es el siguiente vídeo :

Y señores y señoras lamento informales, que por nuestra condición de ser humano imperfecto aún inmerso en un pseudo-evolucionismo a base de mutaciones aleatorias, ni el más cafre y sociópata de nosotros puede escapar a esto.

 

Fdo. Un Desastre Con Patas